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Equipo la seguridad en el trabajo no es solo un conjunto de normas escritas en un manual; es una cultura, una mentalidad que debemos adoptar cada día. Muchos trabajadores creen que, por tener años de experiencia, están exentos de sufrir accidentes. Sin embargo, la experiencia no siempre nos protege. A veces, es nuestra confianza excesiva la que nos lleva a cometer errores fatales.
La falsa confianza: “A mí no me va a pasar”
Uno de los mayores peligros en cualquier entorno laboral es la falsa confianza. Frases como “Yo llevo años haciendo esto y nunca me ha pasado nada” o “Sé perfectamente cómo manejar esta máquina” pueden convertirse en trampas mortales. La realidad es que los accidentes no discriminan entre novatos y veteranos.
Las reglas de seguridad y los procedimientos fueron diseñados por expertos basándose en experiencias previas, en accidentes que otros ya han sufrido para que nosotros no tengamos que repetir la historia. Ignorarlas no solo es una muestra de imprudencia, sino una invitación a la tragedia.
3 Casos reales: cuando la experiencia no bastó
Veamos algunos ejemplos que nos muestran cómo la confianza excesiva puede jugar en nuestra contra.
1. Uso de la fuerza
Un trabajador con 25 años de experiencia en el uso de esmeriladoras sufrió la amputación de un dedo. ¿Cómo ocurrió? Decidió usar la fuerza del motor en lugar de una llave adecuada para ajustar una piedra. Al activar la máquina de manera intermitente, su dedo quedó atrapado entre el eje y la cabeza de trabajo. Su experiencia no evitó el accidente; su exceso de confianza sí lo provocó.
2. Uso de una piedra desgastada
Otro trabajador, al notar que la piedra de su esmeril estaba desgastada de manera desigual, decidió seguir trabajando en lugar de cambiarla. Intentó esmerilar un tubo de manera inadecuada, lo que provocó que el material se introdujera como cuña entre la piedra y el apoyo. El resultado: una lesión grave que terminó en la amputación de su dedo meñique.
3. Uso de una llave gastada
Un trabajador con apenas cinco días en su nuevo empleo sufrió un accidente mientras trataba de alinear la rueda de arreglar superficies de una esmeriladora. La falta de inspección de las herramientas y la inexperiencia contribuyeron al accidente. Sin embargo, muchos veteranos han sufrido lesiones similares simplemente por no revisar adecuadamente el estado de sus herramientas antes de usarlas.
La seguridad es para todos
Estos casos no son inventos, son hechos reales que ocurrieron a personas como nosotros, que iniciaron su jornada laboral sin imaginar que ese día su vida cambiaría para siempre. La diferencia entre volver a casa sano y salvo o sufrir una lesión permanente está en nuestra actitud hacia la seguridad.
Cada vez que pienses que “a mí no me va a pasar”, recuerda estas historias. Cumple con los procedimientos de seguridad, revisa tus herramientas, utiliza el equipo de protección adecuado y nunca subestimes los riesgos.
La seguridad no es un tema de experiencia, sino de responsabilidad. Y esa responsabilidad es de todos. ¡Cuídate y cuida a tus compañeros!