“Hombre y mujer los creó” Igualdad y diferencia queridas por Dios
Es importante comprender el significado de la igualdad y la diferencia entre el hombre y la mujer. En Génesis 1:27 se nos dice: “Hombre y mujer los creó”. A partir de este versículo, exploraremos cómo la igualdad y la diferencia son queridas por Dios y cómo se reflejan en la naturaleza humana.
En primer lugar, es fundamental reconocer que tanto el hombre como la mujer son creados a imagen y semejanza de Dios, y poseen una dignidad inherente que proviene directamente de su Creador. Ambos son igualmente valiosos y reflejan la sabiduría y bondad divinas (cf. Génesis 1:27).
Aunque Dios es espíritu puro y no tiene una naturaleza sexual específica, las perfecciones de la masculinidad y feminidad reflejan aspectos de la infinita perfección divina. La maternidad y la paternidad son ejemplos de cómo las características distintivas de la mujer y el hombre reflejan la ternura y el amor de Dios (cf. Isaías 49:14-15; Oseas 11:1-4).
Dios creó al hombre y a la mujer para complementarse mutuamente. En Génesis 2:18, se nos dice que no era bueno que el hombre estuviera solo, y Dios creó a la mujer como una ayuda adecuada para él. La mujer, formada de la costilla del hombre, despierta en él un sentido profundo de admiración y comunión. Se reconoce a sí misma como parte esencial de la humanidad, un “otro yo” (cf. Génesis 2:23).
Esta complementariedad no implica que el hombre y la mujer sean seres incompletos por separado. Dios los ha creado para una comunión de personas en la que cada uno puede ayudar al otro. Son iguales en dignidad como personas, pero difieren en su ser masculino y femenino. Esta complementariedad se expresa de manera especial en el matrimonio, donde se unen en una sola carne y participan en la transmisión de la vida humana (cf. Génesis 1:28).
Como esposos y padres, el hombre y la mujer colaboran de manera única en la obra del Creador al transmitir la vida humana. Su papel en la procreación y educación de los hijos es esencial para la continuidad de la humanidad y para el plan divino (cf. Gaudium et Spes 50,1).
Además de su relación mutua, Dios ha confiado al hombre y a la mujer la responsabilidad de ser administradores de la tierra. Esta soberanía no debe ser interpretada como un dominio arbitrario y destructivo, sino como una participación en la providencia divina. Como seres amados por Dios, se nos llama a cuidar y proteger la creación, siendo responsables frente al mundo que se nos ha encomendado (cf. Sabiduría 11:24).
Los invito a leer el Catecismo de la Iglesia Católica (Hombre y mujer los creó): https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p1s2c1p6_sp.html#top