Evangelio según San Marcos - La Buena Nueva

Evangelio según San Marcos – La Buena Nueva

Exploraremos los primeros seis capítulos del Evangelio según San Marcos. Acompáñanos en este viaje espiritual mientras descubrimos cómo las enseñanzas de Jesús pueden transformar nuestra vida y también exploraremos el maravilloso mensaje de la Buena Nueva: el envío de Dios de su Hijo Jesucristo.

En el primer capítulo del Evangelio de San Marcos, somos testigos del llamado de Jesús a la conversión y a la transformación interior. Nos invita a dejar atrás nuestras viejas formas de vida ya abrazar un nuevo camino de amor, compasión y servicio. En nuestra vida cotidiana, también podemos experimentar esta transformación al reflexionar sobre nuestras acciones pasadas y tomar decisiones que nos acerquen a la mejor versión de nosotros mismos. Puedes leerlo aquí https://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PV3.HTM

En el segundo capítulo, Jesús nos muestra la importancia de la comunidad y la solidaridad al rodearse de discípulos y amigos que lo apoyan en su misión. Nos enseña que no estamos solos y que necesitamos del apoyo y la ayuda mutua para crecer y enfrentar los desafíos. En nuestra vida, es fundamental construir relaciones sólidas y auténticas, donde podamos compartir nuestras alegrías y dificultades, y encontrar consuelo y aliento en momentos de necesidad. Puedes leerlo aquí https://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PV4.HTM

En el tercer capítulo, Jesús desafía las etiquetas y los juicios de su época al acercarse a aquellos considerados marginados y pecadores. Nos invita a reflexionar sobre nuestras propias actitudes y prejuicios hacia los demás. En nuestra vida cotidiana, podemos aprender a ver más allá de las apariencias y a tratar a cada persona con amor y compasión, reconociendo su dignidad inherente como seres humanos. Puedes leerlo aquí https://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PV5.HTM

El cuarto capítulo nos habla de la parábola del sembrador, donde Jesús nos anima a tener fe y esperanza en medio de las pruebas y dificultades. Nos enseña que, al nutrir nuestra fe y confiar en el poder de Dios, podemos superar los obstáculos y alcanzar nuestros sueños más elevados. En nuestra vida, cultivar la fe y la esperanza nos ayuda a mantener una actitud positiva y a encontrar significado incluso en los momentos más difíciles. Puedes leerlo aquí https://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PV6.HTM

En el quinto capítulo, Jesús realiza milagros de sanación y liberación, mostrándonos su poder transformador. Nos invita a buscar la sanación en nuestras propias vidas. Al igual que aquellos que fueron liberados por Jesús, podemos encontrar la libertad interior al dejar ir el pasado, perdonar a los demás y perdonarnos a nosotros mismos. Estas experiencias de sanación nos permiten vivir una vida plena y libre de cargas innecesarias. Puedes leerlo aquí https://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PV7.HTM

En el sexto capítulo, Jesús envía a sus discípulos a cumplir una misión de amor y generosidad. Nos recuerda que todos tenemos la capacidad de servir a los demás y contribuir al bienestar de la humanidad. En nuestra vida cotidiana, podemos encontrar oportunidades para servir en nuestras familias, comunidades y lugares de trabajo. Al hacerlo, experimentamos un sentido profundo de propósito y satisfacción. Puedes leerlo aquí https://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PV8.HTM

Dios ha visitado a su pueblo:
En el momento oportuno, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, sometido a la Ley, para liberar a aquellos que estaban bajo la Ley y para que pudiéramos ser adoptados como hijos (Gálatas 4, 4). -5). Esta es la maravillosa Buena Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios. Dios ha visitado a su pueblo, cumpliendo así las promesas hechas a Abraham ya su descendencia. Este acto de amor va más allá de cualquier expectativa, ya que Dios envió a su amado Hijo (Marcos 1, 11).

Jesús de Nazaret, el Hijo eterno de Dios hecho hombre:
Creemos y confesamos que Jesús de Nazaret, nacido judío de una hija de Israel en Belén, vivió durante el reinado de Herodes el Grande y el emperador César Augusto. Jesús, de oficio carpintero, fue crucificado en Jerusalén bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio. Él es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha venido de Dios, ha descendido del cielo y ha tomado forma humana. La Palabra se hizo carne, habitó entre nosotros y hemos contemplado su gloria, llena de gracia y de verdad. De su plenitud hemos recibido todos, gracia tras gracia (Juan 1, 14, 16).

La fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios vivo:
Movidos por la gracia del Espíritu Santo y atraídos por el Padre, creemos y confesamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Esta confesión de fe, pronunciada por San Pedro, es la roca sobre la cual Cristo ha construido su Iglesia. Es a través de esta fe que somos llamados a vivir y proclamar las inescrutables riquezas de Cristo (Efesios 3, 8). Puedes leerlo aquí https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p1s2c2_sp.html

¡Sigamos creciendo en nuestra fe y viviendo en el amor de Dios!

Muchas gracias Diácono Arnulfo Perez (Iglesia Catedral Diócesis de la Nueva Orán – Salta – Argentina)

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